Alguien puede decir que no puede hablar si tiene dificultad para expresarse verbalmente. Sin embargo, el origen de este dicho proviene de un trastorno congénito real (presente desde el nacimiento) conocido como anquiloglosia. Esto significa que el frenillo, el trozo de tejido que conecta la lengua con el piso de la boca, es demasiado corto.
Prevalencia
Anquiloglosia ocurre en aproximadamente 3 a 5% de la población.
Se sabe relativamente poco sobre las causas asociadas con este trastorno congénito, sin embargo, parece haber el doble de hombres nacidos con la lengua atada que las mujeres. Tampoco parece haber evidencia sólida de síndromes congénitos asociados con anquiloglosia.
Diagnóstico
Puede ser difícil diagnosticar la anquiloglosia en un recién nacido. Muchas veces los recién nacidos no tendrán ningún síntoma y no necesitan una intervención. En casos severos, verá una not V o muesca en forma de corazón en la punta de la lengua. Uno de los síntomas distintivos que pueden ayudar a identificar a su hijo como que no puede hablar por sí solo puede ser una dificultad para acoplarse al amamantamiento. También puede notar que si puede amamantar a su bebé, sus pezones permanecerán más largos de lo esperado. Al diagnosticar la anquiloglosia, su médico observará las estructuras y el funcionamiento de la lengua. El frenillo a menudo será más corto, más grueso y se sentirá más apretado cuando lo toquen.
Cuando es mayor, se puede evaluar el movimiento de la lengua. En ocasiones, es posible que su hijo no pueda tocar la punta de la lengua con el paladar. Otros movimientos de la lengua que pueden ser difíciles incluyen:
Mover la lengua de un lado a otro
- Lamer un cono de helado o una ventosa
- Sacar la lengua
- Otros síntomas que pueden acompañar a la falta de la lengua incluyen:
Pobre aumento de peso (debido a la lactancia dificultades)
- Dificultades del habla (un impedimento del habla)
- Dificultad para tragar o comer
- Dificultades dentales
- Tratamiento