La bilis se deposita en la vesícula…

Hepatitis

Todo esto conduce a un estado nutricional deficiente, que eventualmente podría agravar enfermedades como la hepatitis. Por lo tanto, es muy importante que los pacientes con hepatitis consideren mantener un sistema digestivo saludable y que comprendan las ventajas de una buena salud digestiva.

Dado que una de las causas más desacreditadas del fallo del sistema digestivo es la inversión de la eficacia enzimática, también es necesario conocer el beneficio de tener una buena condición enzimática en nuestro sistema digestivo. Un tracto gastrointestinal saludable utiliza enzimas para romper los alimentos ingeridos y producir nutrientes que se absorben fácilmente en el torrente sanguíneo. El sistema digestivo, que es parte del hígado, tiene bacterias convenientes esenciales para el movimiento intestinal, la absorción y la producción de vitaminas en los órganos.

El mundo de las enzimas

La pepsina es una de las enzimas digestivas clave necesarias para una digestión adecuada. La pepsina ayuda a descomponer la proteína y convertirla en péptidos en el estómago.

La tripsina, por otro lado, es una enzima secretada por el páncreas hacia el duodeno que convierte los péptidos en aminoácidos. Las hazañas de la tripsina desencadenan la acción de la quimotripsina, que también descompone las proteínas. Otro grupo enzimático secretado por el páncreas depende de las proteasas, enzimas que alteran las proteínas presentes en los alimentos en aminoácidos.

La saliva producida por las glándulas salivales también produce una enzima llamada amilasa, que también está presente en el páncreas; transfigura los carbohidratos en azúcares simples tan pronto como la larva ha sido lubricada por la saliva en la boca. La lipasa es otra enzima secretada tanto por la saliva como por el páncreas. La lipasa ayuda a descomponer los lípidos o las grasas en componentes funcionales. Además, la lactosa o el azúcar de la leche se fragmentan por la lactasa, una enzima secretada por las amuras del intestino delgado.

La celulasa, que es producida por las buenas bacterias que viven en el intestino o el tubo digestivo, ayuda en la digestión de la celulosa y otros nutrientes derivados principalmente de los alimentos de origen vegetal. Las enzimas y otros jugos digestivos son cruciales para la conversión de las moléculas de los alimentos en nutrientes absorbibles. Las bacterias buenas, también conocidas como flora GI o probióticos que viven en el intestino, son microorganismos amigables que intensifican la capacidad del intestino para suprimir las bacterias patógenas o malas y estimular el sistema inmunitario. Los probióticos también existen en algunos alimentos. Algunos de ellos son productos lácteos fermentados como yogur, queso y suero de leche, vegetales fermentados, salsa de soja y miso, que son productos fermentados de soya.

Incluso las copas naturalmente fermentadas tienen probióticos presentes.

Sin embargo, no hay forma de eliminar todas las bacterias malas en el cuerpo y simplemente dejar todas las bacterias buenas en él. Sin embargo, existen técnicas para convalecer la salud del tracto gastrointestinal con el fin de aliviar las molestias que siente el paciente con hepatitis y para aumentar la inmunidad del cuerpo. Los probióticos actúan como bacterias equilibradoras para superar los efectos negativos de las bacterias malas inevitables que podrían haberse acumulado a partir de alimentos no saludables. En esencia, los probióticos neutralizan las toxinas presentes en el sistema digestivo y mantienen el tracto gastrointestinal libre de radicales libres que congelan la eficiencia del sistema digestivo.

Una mirada al hígado

El hígado es ampliamente apreciado como el órgano interno más grande del cuerpo. La piel es el órgano más grande, pero eso es externo. El hígado tiene muchas funciones diferentes y es una porción vital del cuerpo. También juega un papel capital en el proceso de metabolismo y digestión. El hígado acumula glucógeno — una cadena larga de glucosa de múltiples ramificaciones que funciona como la segunda fuente primaria de empaquetamiento de energía. El hígado también transporta los nutrientes por todo el cuerpo. Produce un líquido amargo, amarillento a pardusco o verdoso a amarillento llamado bilis. La bilis se secreta al intestino delgado, particularmente al duodeno, lo que ayuda a la digestión y absorción de los lípidos, incluidas las grasas.

La bilis se deposita en la vesícula biliar, que es un órgano en forma de pera que se encuentra debajo de la parte posterior del hígado, después de ser exudado por el hígado y transportado debidamente al intestino delgado. La estimulación del transporte de bilis desde la vesícula biliar al intestino delgado se produce cuando hay una llegada de alimentos grasos en el esquema digestivo. Además, el exceso de bilis está siendo reciclado por la vesícula biliar para poder reutilizarlo para la digestión de otros alimentos que se siguen. El páncreas, por otro lado, es responsable de la producción de líquido pancreático que comprende diferentes enzimas anheladas para la digestión: tripsina para la descomposición de proteínas, amilasa para almidones y lipasa para reducir las grasas. Estas enzimas atraviesan y ayudan al intestino delgado a metabolizar aún más los alimentos al llegar al intestino grueso.

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